”Estaba, ¿se escribe con v de vaca o con b de barco?», aun en la algarabía y en la prisa de entregar un ejercicio, él se vio ante tal dilema. Apenas seis añitos y su pregunta dijo más que las escasas palabras que pronunció —por cierto con gran propiedad— para decirnos quién era él... y así, cada uno de los presentes me llenó de alegría —al final de esta nota les diré por qué—. Luego de Juan José, el más pequeño de esa mañana, siguieron los demás. Danna Carolina, quien con sus ojitos húmedos de tristeza, dijo que de grande quería ser veterinaria porque había visto morir a un pajarito; o Pablo Emilio que le gusta un montón el futbol pero de grande quiere ser gastrónomo; o Arturo que me dejó boquiabierta por el aporte de sus conocimientos y por los libros que ha leído, entre ellos El diario de Ana Frank... los otros niños abrieron los ojos como platos cuando dijo que esa niña terminó convertida en jabón. Todos preguntaron ¿por qué?, se fueron con una tarea por resolver. Hellen dijo que el libro más antiguo es la biblia y Ema Sofía que el libro sagrado fue escrito por los apóstoles. Ahondamos un poco en el tema, en lo que representan los libros, quién los escribe, las historias, el tiempo, los personajes y las culturas. Tocamos la realidad y la fantasía —conceptos que al parecer tienen claros—
Entramos en materia. Cerramos los ojos y nos trasladamos a un recuerdo. Ese mismo recuerdo lo escribiríamos adornado con imaginación y fantasía. Luis Carlos tituló su relato `La tristeza de que pensé que yo ya no iba a jugar futbol´, y nos contó que una vez, en el recreo, estaba a punto de meter un gol cuando uno de sus amigos, que traía taquetes, justo le dio con el filo del taco en la pierna, se fue a la Dirección, llegaron sus papás y lo llevaron al doctor. Elissa Geraldine escribió que una vez se raspó y con la sangre formó un corazón muy bonito, pero la sangre se escurrió, el corazón se deformó y se puso triste. Manuel narró que una mañana algo olía como anestesia, como que algo se estaba quemando, no sabía si estaba pasando algo malo o algo bueno, pero lo que sí es que era un olor desagradable, concluyó que lo quiera que haya sido ya había pasado y ya no importaba, ya todo estaba bien. El más pequeñito tituló su trabajo `El olor rico´, escribió; `Recién cuando salí al aire el aroma me encantaba mucho y estaba (aquí usó la palabra estaba con b de barco) pensando que había muchas mariposas... fin´
Visitar la biblioteca de El Salado, conversar con los niños y saber qué sienten y piensan, nos dice que nada está perdido y que somos capaces de orientar las ilusiones y los sueños de los niños. Hace tiempo —alrededor de 17 años— un colega con quien compartí una década de trabajo en una dependencia de proyectos científicos y académicos, hizo una encuesta nacional a niños de Primaria. El resultado: los niños del norte querían ser narcotraficantes porque querían andar en camionetas, bien vestidos y con dinero. Ahora en este mes de mayo, 2025, en plena guerra, sólo una niña escribió que estaba triste porque no podía ir a Culiacán, que ya quería que todo estuviera normal. Escuchar estas historias, es reconocer que la cultura, el deporte, el arte y el tiempo dedicado a los niños augura un buen rumbo en sus vidas. Mostrar a otros, lo que piensan y sienten los niños de comunidades rurales, generalmente estigmatizadas y soterradas bajo los estereotipos de la violencia, es recordarnos que, sin importar la condición, sentimos los mismos temores y anhelamos una vida en paz.
Gracias a Elizabeth Martínez, encargada de la biblioteca, por la invitación y por su entusiasmo. Felicidades por su esfuerzo y por mantener el interés en la asistencia de los niños a este espacio público donde se resguardan y se alimentan sus sueños. PD, por lo general es un grupo de 20 niños que participan, de lunes a viernes, en la biblioteca, pero el día de mi visita fue domingo, posterior al 10 de mayo.