La lucha contra la inseguridad también tiene rostro de mujer
El lunes 9 de septiembre del 2024 Culiacán despertó con el estruendo de balas. Un enfrentamiento entre grupos delictivos estalló en la zona noreste de la ciudad, y en ese momento nadie sabía que sería el inicio de la llamada “guerra” del crimen organizado.
Una pugna entre las facciones del Cártel de Sinaloa Los Mayos y Los Chapitos que se ha extendido más de cinco meses, ha dejado más de mil 200 desaparecidos y 930 homicidios, y ha requerido más que nunca los esfuerzos de las autoridades de seguridad locales, entre ellas mujeres.
Estas mujeres deben lidiar con dejar su vida personal y concentrarse en su trabajo, con sus hijos y familias en la mente, pero también deben enfrentar un entorno en sus carreras diseñado socialmente para las masculinidades.
La comandante Venus, la agente América de la Unidad de Género y la policía procesal Guadalupe son parte de las mujeres policías que en Sinaloa trabajan para regresar la paz al Estado.
Venus sabe que este trabajo normalmente lo hacen los hombres, pero ha decidido no quedarse con los brazos cruzados y enfrentar la guerra antes que lleguen a sus dos hijas.

América se propuso seguir el linaje policial que trae en la sangre en lugar de convertirse en maestra. Hoy combate la violencia machista armada con lo mejor que tiene, su entrenamiento y esa persecución de la justicia qué inició desde que nació.

Y Guadalupe apuesta por prepararse académicamente para abonar a la construcción de justicia y de un estado de derecho, y con ello cimentar la paz del Estado.

‘Este trabajo va enfocado más a hombres que a mujeres’: Comandante Venus
Pensar en sus hijas, la de 17 años y la bebé que nació hace 10 meses, y rezar. Rezar para pedirle a Dios volver a verlas y no perder la vida mientras trabaja, ese es el ritual ya muy usual en la mente de la comandante Venus al dirigirse a un reporte de un hecho delictivo.
Es policía operativa desde hace 12 años, y pertenece al Grupo Élite. Su trabajo es acudir a reportes de hechos violentos de alto impacto. Desde hace cinco meses, desde que inició la pugna del crimen organizado, su labor se ha intensificado.

La comandante es consciente del peligro que enfrenta cada vez que acude a un hecho, y a pesar de ello logra concentrarse y mantener la calma.
“A mí me da miedo ya no regresar a mi casa, por mis hijas. Yo siempre que voy a un evento, siempre se me viene a más la bebé, la otra pues ya está más grande. Digo: a la chiquita la voy a dejar sola, ya no voy a verla. Es lo primero que se me viene a la mente”, relata.
“No, pues le pido a Dios y digo, ‘Confío en Dios’ y digo, ‘Todo va a estar bien’. Y tengo que ir concentrada”.
Tiene la cara cubierta, sólo se le pueden ver los ojos. Unos ojos café, serios, que examinan en silencio. Tiene puesto su equipo, uniforme, chaleco, cargadores y armas, por todo carga un peso de cerca de 30 kilos siempre que se encuentra en servicio.

Cuando inició la guerra del Cártel de Sinaloa las jornadas de trabajo eran extenuantes, y tenía que sobrellevarlas enfrentando amenazas e incertidumbre a cambio de trabajar combatiendo el crimen.
“Cuando recién empezó la ‘guerra’ trabajamos sin parar como 14 días sin dormir, casi dormíamos una a dos horas al día. Y es muy difícil porque te amenazan mucho, a veces te vas a tu casa y no te vas tranquila, vas con inseguridad”, declara.
De niña quería ser doctora, pero ya siendo madre se le presentó la convocatoria para formar parte de la Policía Estatal. A la corporación le ha entregado 12 años, dice orgullosa.
Para la comandante Venus las mujeres policías enfrentan situaciones que sus compañeros hombres no, incluso comparte que ha adaptado su personalidad para un ambiente construido para las masculinidades.
“A veces nosotros las mujeres no tenemos las mismas oportunidades que los hombres, pero sin embargo ahorita se nos está dando la oportunidad a las mujeres”, señala. “Este trabajo va enfocado más a hombres que a mujeres”
¿Y usted considera que ha tenido que cambiar tal vez su su personalidad para poder adaptarse?
Sí. Sí, más dura, a veces en el vocabulario también, cambió poquito en el trato. Tienes que adaptarte más a ellos.
Para poder servir en su labor, la comandante tiene que dejar en casa a sus hijas, extrañando siempre tenerlas cerca.
“Es difícil porque, por ejemplo, yo las dejo ahorita estoy trabajando tres días y descanso tres. Entonces yo las dejo tres días, a veces me mandan fuera 10 días, 15 días, y pues si ya la más grande como que así me dice: Mamá, nunca estás conmigo en lo de mi escuela, en un evento y cosas así. Y sí es más difícil”, lamenta.
Su más grande sueño es el bienestar de sus hijas.
“Yo quiero que mis hijas estudien, tengan su profesión, se casen y verlas realizadas como mujer. Es más que nada eso”, dice.
América, la policía que combate la violencia machista
Cuando era niña América quería ser maestra para así trabajar con niños y niñas, pero la admiración que siente hacia su padre la llevó a seguir sus pasos y convertirse también en policía.
Ella trabaja en la Policía Estatal en su Unidad de Género, un equipo entrenado para atender situaciones de violencia familiar en su mayoría perpetradas desde el machismo. En su trabajo América se encarga de poner a salvo, por lo general, a mujeres, niñas y niños, adultos mayores y personas con discapacidad que sufren agresiones en sus propios hogares.

“Pues la verdad yo quería ser maestra, pero como mi papá es policía pues yo me guié más por lo que hacía mi papá, y siempre lo he admirado mucho. Y por eso es que, pues más que nada por las oportunidades, porque yo miré que como soy joven todavía, siempre he tenido mi pensamiento de querer crecer como persona y fue como un un propósito, una meta que yo me puse, de querer entrar aquí y más que nada por cuándo se empieza, pues es todo que empieza por una academia”, explica.
“Más que nada porque me gusta apoyar a las personas, y convivir con niños”.
¿Considera que hay una diferencia entre ser policía hombre y policía mujer, y si es así cuál sería?
Pues para mí todos somos iguales. Todos tenemos las mismas oportunidades y creo que todos tenemos el mismo derecho. A lo mejor los hombres son un poco más rudos, más fuertes, pero creo que las mujeres tenemos mucho más habilidades que esas.
“Creo que las mujeres tenemos mucha capacidad y sé que nos podemos adaptar a lo que el hombre hace también”.

A América la crisis de seguridad que enfrenta Sinaloa la ha forzado a separar su carrera de su vida personal, como si tuviera dos vidas: una en la que es mamá de un pequeño de 6 años, y otra en la que debe salir a la calle con el uniforme y aferrarse a la razón de su trabajo: defender a quienes lo necesitan.
¿Cuál ha sido la situación más difícil con la que ha tenido que lidiar?
Pues más que nada han sido las las mujeres menores de edad que han sido abusadas por violación. Yo creo que sería eso, lo más lo más difícil, más que nada porque pues son jovencitas que estudian y que muchas veces les afecta mucho y les queda marcado en su vida muchas veces, y yo considero que sí es algo muy difícil porque pues sí me ha tocado situaciones y la verdad pues es muy difícil poder canalizar a una persona así con ese con ese trauma que queda desde un principio.
De acuerdo con datos de la Secretaría de las Mujeres, previo a la crisis de seguridad, que inició el 9 de septiembre de 2024, se registraban diariamente 30 llamadas de violencia familiar en todo Sinaloa, pero desde esa fecha se registran 20 llamadas al día.
A mediados de febrero, la Secretaria de las Mujeres, Ana Francis Chiquete Elizalde, explicaba que la disminución de denuncias no era indicativo de que la violencia familiar se haya reducido, solo que los hechos no llegan a reportarse.
“Creo que que pues ahorita no hay que bajar la guardia. Hay que ser conscientes de todo lo que pasa y más que nada pues abrirse, o sea, que si uno se siente, una mujer o alguna otra persona, se siente como encerrada, pues nosotros siempre le brindamos nuestro apoyo hasta donde nosotros podemos. La verdad es que nosotros les ofrecemos todo, o sea, nosotros tenemos contacto con las instancias que apoyan a las mujeres y nosotros les ofrecemos todo nuestro apoyo para todo”, dice América.
La sociedad nos ve débiles, pero no es así: Guadalupe
Desde hace cinco meses la policía Guadalupe ha implementado un protocolo de seguridad personal para que fuera de su trabajo no se sepa que es policía. Cuida no portar insignias o uniforme al salir del trabajo y extrema precauciones, ante una pugna del Cártel de Sinaloa que ha dejado sin vida a agentes policiales.
Es policía procesal, su función es atender audiencias y ser parte de la construcción de justicia en el Estado.

Hace algunos años, cuando era una niña, Guadalupe quería ser maestra, pero como civil admiraba la labor de la Policía Estatal de Sinaloa y se determinó formar parte de sus filas. Ahora incluso se prepara con una maestría para profesionalizar su labor policial.
“Quería ser maestra, pero poco a poco conforme uno va creciendo va cambiando de ideales, va cambiando uno, va conociendo también otras cosas de las cuales te van llamando la atención y conforme uno conoce va decidiendo”, expresa.
“Yo estudié Derecho y mientras estaba estudiando derecho me tocaba ver a mí pues los policías estatales. De alguna forma yo sentí algo como una atracción, una emoción, y que me atraía, era una atracción, pero algo que tal vez no lo puedo explicar, pero yo quería ser policía estatal”.
Para la policía Guadalupe sí hay diferencias al ser una policía mujer en una corporación en la que la masculinidad es elemento para el respeto ciudadano.
“Afuera también no es lo mismo cuando eres una policía mujer a ser un policía hombre. El respeto de los ciudadanos hacia nosotros”, comparte.
“Tal vez la sociedad nos ve un poco débiles, pero no es así. Desgraciadamente la sociedad tiene ese estigma, tal vez, de no ver igual a los hombres que a las mujeres porque es una función que coadyuva, es decir, trabajan en conjunto los hombres con las mujeres”.

En su trabajo, Guadalupe debe presenciar juicios de delitos como feminicidios, homicidios, y violaciones, siendo los abusos sexuales a menores aquellos que más la han impactado debido al trauma que esto genera en los sobrevivientes.
“Creo que es muy difícil presenciar las audiencias de abuso sexual y de violación. Creo que esas son las más difíciles porque miras las partes, no miras a las víctimas, porque a veces hay una reserva de identidad que protege a los menores de edad de los cuales se mencionan solo iniciales, todo como protección a los derechos”, considera.
“Sí es difícil presenciar eso o a veces ver a gente devastada o destrozada por situaciones o eventos que pasaron, que es muy difícil, el trauma”.
Su posición como autoridad de seguridad le ha exigido aprender a manejar sus emociones, lidiar con sus sentimientos, y mantenerse firme ante hechos que llegan a conmoverla.
“Creo que aquí aprendemos a manejar mucho las emociones. Aprendemos a controlar las emociones y estar firme ante cualquier situación, ante cualquier cosa que escuchemos. Es decir, pues no te puedes poner a llorar o sensibilizarte, sí es algo sensible, pero no puedes porque tú en ese momento eres la autoridad, y pues tienes que mantener el orden y la seguridad”, comparte.