Desde que las actividades de las organizaciones criminales se globalizaron, las mismas han establecido complejas redes para enviar y recibir productos ilegales de diferentes partes del mundo. En dicho contexto, los puertos de México han adquirido un valor estratégico imprescindible: primero, porque son el medio de transporte más barato y, segundo, porque al ser el más utilizado, el volumen de carga es tan grande que resulta imposible revisar todos los contenedores, lo cual facilita las labores de contrabando.
Por tanto, controlar los principales puertos del País se traduce en millones de dólares de ganancias para la organización que los tienen en su poder, sobre todo si mediante sobornos o amenazas se cuenta con la cooperación de los funcionarios a cargo de los mismos.
Los puertos son clave para el envío de drogas a todas las latitudes del mundo, pero también la puerta de entrada de precursores químicos para fabricar drogas sintéticas o para la llegada de combustible ilegal, en lo que se conoce como huachicol fiscal, ya que sobre dichos hidrocarburos no reportan los impuestos, además de que también se puede ingresar piratería, armas, especies en peligro o incluso personas.
Esto no es exclusivo de México. De hecho, en todo el mundo el tráfico de drogas y de otros productos utiliza a los puertos de forma predominante, porque la cantidad de mercancías que se mueven por esa vía es tal, que menos del 4 por ciento de los contenedores son revisados. Por ejemplo, en los Estados Unidos sólo revisan el 3.7 por ciento y en Europa un promedio de 1.5 por ciento, por lo que aún sin corrupción la probabilidad de que un cargamento ilegal pase es bastante alta.
Es por lo anterior que existe una disputa entre las principales organizaciones criminales por el control de los puertos en México. De hecho, de los 15 puertos de mayor tamaño, sólo uno de ellos -el de Puerto Vallarta, el cual no es tan relevante para temas de comercio internacional- se encuentra bajo un dominio claro de una sola organización criminal, los 14 restantes son territorio en pugna entre dos o más organizaciones criminales.
Por ejemplo Manzanillo, que es el puerto de mayor tráfico comercial, es disputado por “La Mayiza” del Cártel de Sinaloa y por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); estas mismas organizaciones, más Cárteles Unidos, se pelean el segundo puerto en importancia, que es Lázaro Cárdenas en Michoacán. En conjunto, estos dos puertos son el principal punto de salida de drogas a Asia y Oceanía, pero también la vía de entrada de más del 90 por ciento de los precursores químicos para elaborar drogas sintéticas.
Le siguen en importancia Veracruz, que tiene cierta prevalencia del CJNG, pero también es pretendido por el Cártel de Golfo en su facción de los Escorpiones y Zetas Vieja Escuela. Más al norte en el mismo Golfo se encuentra el puerto de Altamira, que es el centro de operaciones marítimas de las dos facciones en pugna del Cártel del Golfo, los Metros y los Escorpiones.
En Ensenada, Salina Cruz y Progreso se repite la disputa del Cártel Jalisco Nueva Generación y la facción de “La Mayiza” del Cártel de Sinaloa, mientras que en Dos Bocas el CJNG se enfrenta a La Barredora, una organización local que se dedica de forma predominante al robo de combustible. La zona del Golfo la complementan los puertos de Coatzacoalcos, en donde hacen presencia el CJNG, el Cártel de Sinaloa en su facción de “Los Chapitos” y Zetas Vieja Escuela, así como el de Tuxpan, en donde de nueva cuenta miden fuerza CJNG y la facción de los Escorpiones del Cártel de Golfo.
Volviendo a la zona del Pacífico, Acapulco es un puerto que se disputan tres organizaciones, una de corte local que se conoce como el Cártel Independiente de Acapulco, el CJNG y la facción de “La Mayiza” del Cártel de Sinaloa. En Puerto Vallarta, como ya se dijo, el CJNG no tiene competencia, y en Mazatlán la disputa se da entre las dos facciones del Cártel de Sinaloa, “La Mayiza” y “Los Chapitos”.
Por último, más al norte, Topolobampo es territorio de la organización de los Beltrán Leyva, pero también es área de interés del Cártel de Sinaloa en su facción de “Los Chapitos”. Guaymas también tiene a la organización de los Beltrán Leyva como predominante, pero con la coexistencia de “La Mayiza” del Cártel de Sinaloa y el Cártel de Caborca.
Lo más grave es que estas disputas y la operación constante de las organizaciones en los puertos de México, se presenta a pesar de que desde 2021 la seguridad de 12 de estos 15 puertos corre a cargo de la Marina Armada de México, así como el control de las aduanas que se encuentran en los mismos y, pese a ello, no se ha podido frenar la presencia de estas organizaciones ni se ha evitado que los mismos sean punto de llegada o salida de drogas, armas, hidrocarburos y precursores químicos.
Lo cual obliga al Gobierno federal a plantear una nueva estrategia para limpiar los puertos de la influencia del crimen organizado, sin afectar con ello el comercio marítimo de México. Si se logra reducir la cantidad de productos ilegales que salen y entran por los puertos, se golpearía de forma importante las finanzas de los principales cárteles del país.
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El autor es profesor investigador especialista en seguridad y doctor en políticas públicas