desesperado
Mire si hay poco gremios que han sido gravemente lastimados durante esta crisis de seguridad como el del área de la salud, desde enfermería, cirujanos, especialistas, y todo aquel héroe o heroína que lo da todo por la salud.
Y es que personal adscrito al Hospital General de Culiacán se manifestó en rechazo de seguir atendiendo a pacientes que ingresen por heridas de bala, ya que consideran que tenerlos es un riesgo por ser propensos a ataques en el interior del hospital.
Tristemente no es algo que prevean, sino algo que ya vivieron y simplemente no quieren volver a pasar.
No se necesita hacer mucha memoria, pues el pasado 30 de agosto fue aquel atentado contra un paciente, a cargo de una persona que se disfrazó de médico y eludió fácilmente los dispositivos de seguridad del lugar.
El hartazgo del personal alcanzó sus límites con el episodio de este miércoles, cuando una mujer intentó hacerse pasar por enfermera y llevaba una jeringa con sustancia desconocida, pero una empleada logró delatarla para que la arrestaran.
Es decir, nuevamente una persona simuló ser trabajadora del hospital sin que ningún elemento de vigilancia ni de seguridad pública lo detectara, lo cual dejó en evidencia que ataques fatales como el de agosto pueden repetirse más pronto que tarde.
Y en esta ocasión hablamos solamente de hospitales públicos, porque mire usted si en Culiacán y Sinaloa hay historial de agresiones armadas dentro de clínicas privadas.
Total, que entre los reclamos del gremio de la salud estaban que a las personas baleadas ya no las manden al Hospital General de Culiacán, sino que estas sean llevadas a un espacio exclusivo para este tipo de ingresos, o de plano que se encargue el personal del Ejército Mexicano y se los lleven al Hospital Militar de Mazatlán.
Imagine cómo de consternado y agraviado está el personal del sector salud, que siendo su plantilla gente que no se raja ante pandemias y demás contingencias sanitarias o climáticas, tuvieron que amenazar con un paro laboral para ser escuchados ante algo que consideran una clamorosa necesidad.
maestros entre miedo
y abandono
Lo que está pasando en Villa Juárez es un golpe a la credibilidad de las autoridades educativas y de seguridad.
Mientras la SEPyC insiste en que existen “condiciones” para mantener la presencialidad, los maestros viven otro escenario: balaceras a plena luz del día, amenazas indirectas y un ausentismo escolar que habla por sí solo.
Es inaceptable que se intente normalizar la violencia bajo un criterio tan frágil como que “en 12 horas no ocurra un ataque” para considerar que hay clases. Ese parámetro revela una falta de sensibilidad hacia la vida de los docentes y los alumnos.
La protesta de los profesores no debería verse como un acto de resistencia, sino como un llamado desesperado para que se reconozca la realidad. Ellos no piden abandonar su responsabilidad; buscan una alternativa, clases virtuales, que permita mantener el derecho a la educación sin poner en riesgo su seguridad.
El hecho de que tengan que ser los propios maestros quienes diseñen salidas ante el vacío de las instituciones es, en sí mismo, una muestra de abandono. La verdadera crítica recae en la incapacidad del Estado para garantizar algo tan básico como que los niños puedan ir a la escuela sin miedo.
El acuerdo posterior a la reunión resulta revelador porque será el propio magisterio quien reporte semanalmente los hechos violentos y califique si las medidas de seguridad funcionan.
En otras palabras, se delega a los maestros la tarea de documentar y validar lo que debería ser responsabilidad exclusiva de las autoridades.
Se les pide dar clases en medio del miedo y, al mismo tiempo, actuar como evaluadores de la estrategia de seguridad.
La petición inicial era clases virtuales como alternativa temporal. Lo que recibieron fue una promesa de reforzar la seguridad y un mecanismo de seguimiento que los coloca, otra vez, en la primera línea de riesgo.
Así, sin decir agua va y como normalmente se hacen estas cosas, ayer el Gobernador Rocha Moya anunció siete nuevos nombramientos en su Gabinete.
Entre ellos destaca Cuauhtémoc Chacón, un nuevo titular de Comunicación Social, tras la renuncia por “razones personales” de Adriana Ochoa del Toro, funcionaria que había acompañado al Mandatario desde su campaña; Chacón tendrá enfrente el enorme reto de enderezar y articular la narrativa de un gobierno que enfrenta la peor crisis de inseguridad en la historia de Sinaloa al tiempo que sostiene el ideario morenista en la conversación. Pública.
También se anunció que Cynthia Gutiérrez deja la oficina del ejecutivo para regresar a la Ciudad de México a atender la oficina de enlace de Sinaloa allá, mientras que acá la sustituye Francisco Bedoya, breve tesorero mazatleco y cuya cercanía con los hijos del Gobernador es conocida.
También hubo cambios en el ISDE, Icatsin y la Subsecretaría de Salud.
Con estos ajustes Rocha apunta al cierre de su sexenio con gente de confianza, más que perfiles de gran experiencia, mediáticos o llamativos. Se notará pronto si le funciona.