La estrategia del garrote

08/08/2025 04:00
    Perseguir a los delincuentes a punta de pistola debería de ser el último recurso, siempre después de los esfuerzos preventivos, de la investigación, de la contención; desgraciadamente ahora las balas parecen no sólo el último recurso, sino el único.

    Con Sinaloa ocupada por militares y fuerzas nacionales, se puede tener una falsa ilusión de seguridad, o peor aún, se termina agradeciendo que por fin el Gobierno federal haya volteado a vernos para intentar apaciguar estas tierras.

    Pero una vez que pasan las fuerzas federales frente a nuestra cochera, mirándonos como si todos fuéramos delincuentes, uno se pregunta ¿qué es lo que hicimos para terminar viviendo en un estado de guerra?, ¿hasta dónde dejamos avanzar a la delincuencia para tener que vivir rodeados de fusiles?

    Perseguir a los delincuentes a punta de pistola debería de ser el último recurso, siempre después de los esfuerzos preventivos, de la investigación, de la contención; desgraciadamente ahora las balas parecen no sólo el último recurso, sino el único.

    Mantener a las Fuerzas Armadas en las calles no sólo nos habla del fracaso, a todos los niveles, de la estrategia de seguridad de una región donde la delincuencia ha arraigado tan profundamente que ahora se busca a los delincuentes casa por casa, barrio por barrio.

    Si hacemos una comparación, vivimos la etapa más cruda de una guerra, cuando ya se realizaron los bombardeos y los tiros lejanos, ahora vienen los militares y las policías hasta nuestras casas, en busca de unos delincuentes que resulta que son nuestros vecinos.

    Salir a la calle con el garrote en la mano es una solución desesperada, como matar topos a garrotazos cuando asoman la cabeza en la superficie, es una muestra de que nuestro jardín o la huerta ya están infestados de alimañas, por no haber hecho el trabajo que debimos hacer antes de la siembra.

    En Sinaloa pagamos la desidia, la complicidad y décadas de mirar hacia otro lado, hasta que llegaron a nuestra puerta militares y policías, mirándonos como si nosotros fuéramos los responsables. Quizá, en parte, lo somos.