Ya no podemos darnos el lujo de callar

04/09/2025 04:00
    La violencia nos ha arrebatado la tranquilidad, pero también nos ofrece una oportunidad: la de repensar nuestro presente y decidir, de una vez por todas, hacia dónde queremos ir como sociedad. Sinaloa merece recuperar la paz y abrir un camino distinto al que nos impuso la narcoguerra.

    Antier, en COPARMEX Sinaloa, organizamos el Foro de Seguridad y Paz con un propósito muy claro: abrir los ojos, escuchar a quienes conocen a fondo nuestra realidad y asumir juntos la responsabilidad que como sociedad tenemos frente a la violencia que desde hace años nos persigue, pero que este último año se ha convertido en una verdadera “narcopandemia”.

    El encuentro reunió a voces del ámbito académico, judicial, social y empresarial, con la presencia de autoridades, tomadores de decisión y ciudadanos interesados en una causa común: reconstruir la paz en Sinaloa. Se desarrolló en tres paneles, cada uno de ellos revelador en sus propios matices.

    En el primer panel, Adrián López, Javier Llausás y Marcos Vizcarra trazaron un mapa doloroso, pero necesario de lo que significa vivir en un estado donde el narcotráfico no solo penetró la vida pública, sino también nuestras instituciones.

    Nos hablaron de cómo, poco a poco, este fenómeno se incrustó en los órganos de seguridad y justicia, alimentado por condiciones sociales que empujan a cientos de jóvenes a enrolarse en la delincuencia organizada.

    Lo hicieron con la credibilidad que les da su experiencia: un periodista con dos Premios Nacionales de Periodismo, un director de un medio y un ingeniero con datos contundentes.

    Su mensaje fue claro: la violencia no es solo un problema “de otros”, sino también consecuencia de nuestra complicidad pasiva como sociedad, por acción u omisión. Fue, como bien lo describió un asistente, una bofetada de realidad.

    El segundo panel abrió un ángulo indispensable: el jurídico. El abogado penalista Josué Ontiveros explicó la trascendencia de contar con una Fiscalía fortalecida, con mejores condiciones laborales para su personal, peritajes robustos, entre otras cosas.

    Sin recursos humanos, materiales y presupuestales, no hay posibilidad real de enfrentar la inseguridad. El juez penal federal en retiro, Guillermo Torres Hernández, añadió otro punto clave: la urgente coordinación entre fiscalía y juzgados.

    No basta con reformar al poder judicial, como se discutió recientemente en el Congreso; sin un acompañamiento integral a las fiscalías, la impunidad seguirá dominando. Este panel nos dejó la certeza de que la técnica y la especialización no son un lujo, sino una necesidad para que el sistema de justicia funcione.

    En el tercer panel, moderado por nuestra presidenta de Federación, Arandi Torres, el tema adquirió un rostro profundamente humano. María Isabel Cruz Bernal, líder del colectivo de Madres Buscadoras Sabuesos Guerreros, compartió el drama que viven quienes, desde la pérdida de un ser querido, se ven obligadas a convertirse en investigadoras, antropólogas y abogadas empíricas.

    Nos recordó la falta de sensibilidad de autoridades que deberían acompañar, no entorpecer, su labor. La presidenta de COPARMEX Sinaloa, Martha Reyes, cerró con una reflexión sobre la soledad del liderazgo empresarial en medio de esta guerra no declarada. Reconoció que cada nuevo ataque en Sinaloa no es un hecho aislado, sino una herida abierta que nos recuerda nuestra vulnerabilidad cotidiana. Su llamado fue contundente: necesitamos liderazgos éticos y valientes, dispuestos a decir la verdad aunque incomode.

    Este foro no buscó culpar ni señalar al gobierno como si se tratara de un ente ajeno a la sociedad. Al contrario, como bien escribió Alejandro Sicairos en su columna, este encuentro puede verse como “el primer pinchazo de realidad que nos despierte de la pesadilla que es la narcoguerra”.

    Fue una acción inédita que aglutinó las voces de expertos con la autocrítica necesaria para entender que todos, ciudadanos y autoridades, somos corresponsables de lo que hoy padecemos. “Aquí estábamos cuando el crimen organizado anidó y creció, teniendo nuestro consentimiento como acompañantes”, escribió Sicairos. Y lo reiteró el presidente nacional de COPARMEX, Juan José Sierra Álvarez: frente al dolor colectivo no se trata de repartir culpas, sino de reconocer qué dejamos de hacer como sociedad.

    La verdad es dura, pero indispensable: mientras sigamos volteando hacia otro lado, nada cambiará. Nombrar el problema con todas sus letras, aceptarlo como lo que es, es el único punto de partida posible.

    La violencia nos ha arrebatado la tranquilidad, pero también nos ofrece una oportunidad: la de repensar nuestro presente y decidir, de una vez por todas, hacia dónde queremos ir como sociedad. Sinaloa merece recuperar la paz y abrir un camino distinto al que nos impuso la narcoguerra.

    Por eso, más allá del foro, quiero cerrar con una invitación abierta a todos los ciudadanos: este domingo 7 de septiembre, a las 8:30 de la mañana, nos reuniremos en la Marcha por la Paz.

    Partiremos de La Lomita y llegaremos a Catedral. Será un espacio de unidad, de memoria y, sobre todo, de compromiso. Porque la paz no se delega ni se exige con indiferencia: se construye, paso a paso, con la participación de todos.