Sinaloa pregunta a Leana y Trevilla
¿Signos de esperanza o rendición?

OBSERVATORIO
18/07/2025 04:02
    Frente a los arsenales bélicos del crimen organizado, la sociedad civil sólo dispone del arma de la interrogación para disparar tantas preguntas como sean necesarias en la exigencia a los visitantes de que además de evaluar cómo estamos deben escuchar qué pensamos. ¿Existe algún cálculo sustentado en evidencias de cuándo regresará Sinaloa a parámetros “normales” de seguridad? ¿La estrategia del gobierno de Claudia Sheinbaum permanecerá jugándose el todo por el todo con más presencia militar y policial contra la narcoguerra?

    Anunciada para hoy viernes pero aplazada para el domingo próximo, la presencia en Sinaloa de los secretarios de la Defensa Nacional, Ricardo Trevilla Trejo, y de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, adquiere mayor relieve debido a los recientes hechos de alto impacto que avisan de la prolongación y quizás también el agudizamiento de la violencia que no permite vislumbrar el final de la narcoguerra que lleva más de 10 meses con un promedio diario de 5.6 homicidios dolosos e igual índice de desapariciones forzadas. Y aquí estamos de nuevo, depositando las esperanzas en lo que nos traigan los funcionarios federales.

    El regreso de las principales cabezas del Gabinete de Seguridad Nacional ocurre en el mismo panorama de bastante fuerza pública federal desplegada en Sinaloa como la última y única posibilidad con que cuenta el Estado para contener a la alta delincuencia, en pugna desde que los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán decidieron emboscar y secuestrar a Ismael “El Mayo” Zambada para entregarlo a la justicia de Estados Unidos.

    A casi un año de aquel episodio del 25 de julio de 2024, los hijos de Zambada continúan cobrándoles el agravio a los de Guzmán, atacándose entre ellos sin existir todavía el parte de guerra fiable sobre quién gana las batallas del narco, aunque sí resulta corroborable a diario que es la sociedad la mayor víctima, porque ve rebasada la capacidad de resistencia sin poder hacer nada para evitar que la hagan cargar con el peso de las repercusiones.

    Frente a los arsenales bélicos del crimen organizado, la sociedad civil sólo dispone del arma de la interrogación para disparar tantas preguntas como sean necesarias en la exigencia a los visitantes de que además de evaluar cómo estamos deben escuchar qué pensamos. ¿Existe algún cálculo sustentado en evidencias de cuándo regresará Sinaloa a parámetros “normales” de seguridad? ¿La estrategia del gobierno de Claudia Sheinbaum permanecerá jugándose el todo por el todo con más presencia militar y policial contra la narcoguerra?

    ¿Qué sucedió en las comunidades de la sindicatura de Tacuichamona el sábado 12 de julio durante la incursión militar y de la Policía Estatal Preventiva para detener al supuesto generador de violencia identificado como “El 30”, quien fue ultimado al igual que tres civiles más? ¿El Ejército y la Marina desconfían o aceptan a ciegas la participación de la PEP en los operativos antinarcos? ¿Qué está pasando con la Policía de Sinaloa que ha sufrido la baja de más de 40 elementos desde el 9 de septiembre de 2024 a la fecha?

    ¿Asume el Gobierno nacional toda la responsabilidad de lo que resulte en materia de seguridad pública al tomar el control de las acciones de persuasión, contención y aprehensión relacionadas con la pugna doméstica en el Cártel de Sinaloa? ¿Qué expectativa de justicia se les ofrece a las familias de las personas inocentes que han perdido la vida o son privadas de la libertad por la acción de la delincuencia organizada? ¿Cuál reparación del daño habrá para centenas de afectados por delitos patrimoniales? ¿Cuándo podrá la gente pacífica recuperar los espacios públicos que le pertenecen? ¿Cuándo será implementado el plan de gran envergadura para amortiguar la caída de las actividades económicas?

    En cuanto más avanza la confrontación intracártel, Sinaloa se convierte en colosal signo de interrogación que cubre todo y a todos. Las autoridades suministran a cuentagotas la información útil para que la población maneje los períodos de miedo y confusión, alegando el Gobierno la secrecía que configura incertidumbres. Así, las familias son colocadas entre las trampas de creer que el silencio oficial significa que las cosas están bien, o permitir que los hechos de violencia manejados irresponsablemente en las redes sociales las guíen hacia peores peligros.

    Entonces ¿qué hacemos los sinaloenses, secretarios García Harfuch y Trevilla Trejo, para salir de esta pesadilla? ¿Cuáles son y dónde están, Presidenta Claudia Sheinbaum y Gobernador Rubén Rocha, las rutas para escapar de esta situación que a diario nos adentra a mayor narcoterror, percepción de desamparo y pérdida de derechos fundamentales y aspiraciones por la paz?

    Preguntas que nadie responde, como las que escriben en la arena los perdidos en el desierto.

    Reverso

    En la oración que nos arrodilla,

    De seguro hoy recitará la gente,

    El rezo del Sinaloa exigente,

    Dirigido a Harfuch y Trevilla.

    Obras que pacifican

    Si hay algún sinaloense que crea que la obra pública es ajena a la construcción de paz, que les pregunte a las familias de la zona norponiente de Culiacán por qué recibieron con esperanza y agradecimiento la infraestructura vial que inauguró ayer el Gobernador Rubén Rocha Moya, consistente en un puente de 180 metros de largo por 24 metros de ancho, así como ciclovías en ambos sentidos y la pavimentación de 436 metros de calle, con un costo superior a los 256 millones de pesos. Al crecer la conectividad entre el sector Santa Fe y el Desarrollo Urbano Tres Ríos, el Mandatario estatal dijo que se están haciendo obras que pide la gente en los 20 municipios y que “nos hemos propuesto que Culiacán, al término de nuestro gobierno sea más moderno, más facilitador de la circulación”.