Sinaloa en guerra: ¿punto de quiebre?
Golpea el Gobierno y amenaza Trump
Con los indicios de mayor efectividad en decomisos y detenciones que en los días recientes muestran en Sinaloa las Bases de Operaciones Interinstitucionales, y el inicio del nuevo período de gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, las dos organizaciones del narcotráfico que libran la prolongada y cruenta guerra entre sí tendrán que tomar decisiones importantes de sobrevivencia a través de acuerdos, o de extinción si continúan en reto al Estado mexicano. El desgaste de recursos bélicos del crimen, el avance militar y policial en aseguramientos de pertrechos delictivos, y el hartazgo social por el miedo que esparce la violencia, empujarán las reconfiguraciones.
La apuesta del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum siempre fue la de esperar al debilitamiento táctico y financiero de los segmentos del Cártel de Sinaloa en pugna por la baja de sicarios de uno y otro bando y la obvia atenuación en el trasiego de drogas que se traduce en menoscabo de capitales. Entonces las dos cuentas regresivas estarían iniciando para los hijos de Ismael Zambada García y los de Joaquín Guzmán Loera: la mayor embestida de la fuerza pública nacional y la otra guerra que Trump enderezaría con tropas estadunidenses tras clasificar al narcotráfico como terrorismo.
En las siguientes semanas se conocerá la decisión que al respecto adopte el Cártel de Sinaloa. Tendrá que ser pronto porque de la posibilidad de pacificación depende que al reinstalado inquilino de la Casa Blanca se le pase la racha discursiva donde arrasa con todo y que la Presidenta Sheinbaum tenga elementos para oponerse a la probable intervención militar antinarco de Estados Unidos en México.
En este contexto, la ciudadanía sinaloense está demasiado dañada y agotada por la narcoguerra que estalló el 9 de septiembre de 2024, a 45 días de que “El Mayo” Zambada fuera llevado forzadamente a Estados Unidos por Joaquín Guzmán López, y entregado a la justicia de aquel país, por lo tanto, en la conversación pública la expectativa le apuesta más al recuentro de la células criminales confrontadas y el restablecimiento de la pax narca.
Hay que destacar también que con la llegada el reciente 21 de diciembre del General Óscar Rentería Schazarino a la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno de Sinaloa, mejoraron los resultados de la estrategia que realizan coordinadamente el Ejército, Marina, Guardia Nacional, Policía Estatal Preventiva, Fiscalía General de la República y Fiscalía General del Estado.
Siendo objetivos y sacando del análisis las maquinaciones que le arrojan pólvora al fuego pretendiendo que Sinaloa continúe incendiándose, en la semana más reciente han crecido las detenciones de presuntos delincuentes e incautaciones de armas, drogas, vehículos y todo lo que tiene que ver con los arsenales del narco. Por ejemplo, la aprehensión en Quilá de un supuesto yerno de “El Mayo” fue presumida por el régimen de la Cuarta Transformación como un logro en cuanto a la anulación de generadores de violencia.
Ayer también se precisó sobre la reciente intercepción en altamar de embarcaciones tipo Go-Fast que transportaban 2.8 toneladas de cocaína, operativo en el que fueron detenidos nueve personas posibles transgresoras de la Ley. Y el sábado en la comunidad San Francisquito, de Mazatlán, en un intento de agresión a militares las BOI aseguraron una ametralladora calibre 5.56, cuatro AK-47, una pistola calibre .22, dos granadas de fusil calibre .40 y 171 cargadores de diferentes calibres. El mismo 18 de enero, en Villa Juárez, Municipio de Navolato, otra acción de militares y fiscalías incautó cuatro armas largas, 24 cargadores, 2 mil 360 cartuchos de diferentes calibres, 300 dosis de cristal, 59 de marihuana, 5 vehículos y 5 chalecos antibalas.
El balance, por supuesto, coadyuva a la tranquilidad de la población pero no a la certidumbre de que la paz y legalidad será restablecida a corto plazo, ya que la alta belicosidad de los antes compactos integrantes del Cártel de Sinaloa persiste en dejar rastro de sus poderíos en el territorio que abarca desde Culiacán a Rosario, ese ribete donde nadie ni nada está seguro. Los recientes hechos de sangre en la capital del estado y en Mazatlán fortalecen el pesimismo en cuanto a la culminación de la barbarie actual.
¿La narcoguerra está cerca de treguas acordadas entre los rivales o de la contención que logre el Gobierno? Está por verse en el escenario inmediato donde la dura acción federal y el intimidante efecto Trump podrían hacer posible que entren en razón los que perpetran el mayor cisma intramuros del Cártel de Sinaloa, ruptura que superó cualquier cálculo en cuanto a impacto y permanencia del conflicto.
Es unánime la ilusión,
De que esta guerra termine,
Aunque el final nos propine,
Igual a todos la rendición.
La violencia brutal que alcanzó la madrugada de ayer a tres menores de edad en el sector Los Ángeles, en Culiacán, perdiendo la vida el niño Gael, de 12 años, y resultando heridos otros dos, de 17 y 9 años, nos hunde en la hoyo negro de la impotencia por no ser capaces como sociedad de salvarlos ni tener instituciones que frenen a los inhumanos antes de que cometan tales atrocidades. ¿Por qué los criminales disparan contra la infancia?