Seguridad y debilitamiento del Estado: más poderes sin controles. Nueve testimonios ante la reforma Sheinbaum

10/07/2025 04:01
    La Presidenta Sheinbaum ha decidido dar un salto sin precedentes en el desequilibrio entre atribuciones y controles. Ha creado un sistema que permite a múltiples instituciones civiles y militares intervenir masivamente en la esfera de los derechos fundamentales, sin construir en paralelo una plataforma de controles internos y externos proporcionales a los riesgos que ello implica.

    Las reformas legales en nombre de la seguridad parten, sin excepción, de una premisa falsa: se proponen -y casi siempre se aprueban- cambios normativos que ignoran por completo el verdadero estado de los sistemas de control y rendición de cuentas de los aparatos de seguridad. Es como cambiar el motor de un vehículo de 4 a 6 cilindros sin reparar el defecto de fábrica en el sistema de frenado. Corre más, sí, pero también se accidenta más. La Presidenta Sheinbaum correrá más, pero sin ajustar los frenos. Continúa y profundiza así la tendencia de sus antecesores.

    Expliqué en una columna anterior los cuatro déficits históricos en las reformas de seguridad. El más grave: el desequilibrio entre poderes y controles. Quienes hemos trabajado dentro de instituciones de seguridad pública o procuración de justicia, y luego las hemos acompañado por décadas en procesos de mejora, hemos atestiguado de primera mano ese desequilibrio.

    En mi caso, además, lo he observado como una tensión “universal”, tras visitar instituciones policiales en países de cuatro continentes. Lo que allá y acá compartimos es una debilidad estructural: el déficit de autocontrol y control externo.

    Incluso las llamadas mejores policías del mundo enfrentan este problema. Véase este ejemplo reciente: “Un monitor designado por un tribunal federal determinó que una unidad del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York ha estado deteniendo y registrando injustamente a neoyorquinos, casi todos hombres negros e hispanos... En una muestra de grabaciones de cámaras corporales, el monitor encontró que el 41 por ciento de las detenciones y cacheos hechos por agentes del CRT fueron ilegales, mucho más que en otras unidades del NYPD”.

    Aun así, la Presidenta Sheinbaum ha decidido dar un salto sin precedentes en el desequilibrio entre atribuciones y controles. Ha creado un sistema que permite a múltiples instituciones civiles y militares intervenir masivamente en la esfera de los derechos fundamentales, sin construir en paralelo una plataforma de controles internos y externos proporcionales a los riesgos que ello implica.

    En México, casi cualquier persona se opone a la violación directa de sus derechos, pero muy pocas se oponen a la violación masiva de derechos ajenos. Menos aún, cuando esas violaciones se justifican a nombre de la seguridad. Y así nos va: los fusibles que “empoderan” al Estado están activos, pero los que deberían contenerlo están fundidos. No se entiende -o peor, se entiende y así se prefiere- que no hay Estado más débil, al final, que aquel que opera sin contención.

    Un ejemplo lo dice todo: no conocemos un sistema funcional de consecuencias para el uso de la fuerza pública. No existe. Vaya, ni siquiera lo imaginamos, como compruebo una y otra vez al plantear esta pregunta ante audiencias diversas.

    El descomunal paquete de reformas aprobado recientemente habilita escenarios de riesgo para los derechos humanos en una proporción probablemente sin precedentes. En perspectiva histórica, todo esto quizás sólo era cuestión de tiempo, considerando la deriva militarista que arrastramos desde hace décadas en México y América Latina, y que ahora también contamina a Estados Unidos.

    A esto se suma un componente de alerta inédito: la reforma judicial. Aún no sabemos cuánto, pero está claro que se ha debilitado la última línea de defensa del régimen constitucional de derechos: el control judicial.

    Nueve voces que representan historias extraordinarias de resistencia frente al endurecimiento de las políticas de seguridad fracasadas y la militarización: María Luis Aguilar (Centro Prodh); Abel Barrera (Tlachinollan); Lisa Sánchez (MUCD); Raymundo Ramos (Comité de Derechos Humanos de NL); Estefanía Vela (Intersecta); Rodrigo Peña (Seminario de Violencia y Paz, El Colmex); Zorayda Gallegos (periodismo de investigación); Humberto Guerrero (Fundar) y Sam Storr (PSC-Ibero CDMX).

    Por eso dejamos testimonio de lo que se viene.

    Voces de resistencia

    En días pasados presentamos un evento en vivo con estas nueve voces que representan historias extraordinarias de resistencia frente al endurecimiento de las políticas de seguridad fracasadas y la militarización.

    Nos ayudan a comprender este inabarcable abanico de embates al régimen democrático de derechos.

    Esta es la liga: https://www.youtube.com/watch?v=4b3oqoJ9tUs

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    @ErnestoLPV

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