Perspectivas de la economía mexicana para este segundo semestre de 2025

16/08/2025 04:01
    La situación de las finanzas públicas es sumamente frágil, lo que impide poner en marcha programas indispensables e impostergables que permitan aumentar el crecimiento, el empleo y el bienestar social. Pemex tiene una situación sumamente compleja, sin aparente solución, lo que sigue siendo una carga muy onerosa para la hacienda pública.

    Durante el primer semestre del año, los principales indicadores de la economía mexicana han mostrado signos de debilidad y con riesgos de que continúe su deterioro.

    La tasa de crecimiento del PIB en el primer trimestre fue 0.6 por ciento y el Índice General de la Actividad Económica (IGAE) de enero a abril registró un aumento de sólo 0.1 por ciento. Las estimaciones de distintos organismos y analistas han sido revisadas consistentemente a la baja y es muy probable que durante todo el año se registre un crecimiento igual a cero.

    Esta proyección contrasta con la estimación original de la Secretaría de Hacienda de 2 a 3 por ciento y con el crecimiento esperado de la economía mundial, por lo que la brecha existente del PIB per-cápita de México con respecto a otros países continuará aumentando. En efecto, se estima que la tasa de crecimiento de la economía mundial sea cercana a 3 por ciento, mientras que la de países emergentes se ubique en aproximadamente 4 por ciento.

    Por el lado de la demanda agregada, el bajo dinamismo del PIB en el primer trimestre se explica, principalmente, por la marcada desaceleración del consumo privado y la contracción de la inversión, tanto pública como privada, variables que registraron variaciones de -0.9, -24.7 y -4.6 por ciento, respectivamente. El debilitamiento de la inversión y el consumo se compensó parcialmente con un crecimiento de las exportaciones de 12.9 por ciento.

    Un posible factor que ha influido en el consumo son las expectativas desfavorables de los consumidores con respecto a la evolución de la economía y, en particular, a su situación económica personal y familiar. El indicador de confianza del consumidor empezó a deteriorarse en diciembre de 2024 y en junio de este año registró su sexta caída consecutiva al disminuir 0.2 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior. Por tal razón, es altamente probable que las familias estén dispuestas a sacrificar consumo presente, a fin de estar en mejores condiciones para enfrentar un futuro incierto.

    Con respecto a la inversión, existe gran incertidumbre con relación a la situación económica externa e interna. Asimismo, ha influido de manera determinante la limitación al sector privado para participar en proyectos de inversión, sobre todo en el sector energético; la inseguridad sobre el respeto de los derechos de propiedad; la desaparición de los Organismos Constitucionalmente Autónomos, y el grave debilitamiento del Estado de Derecho debido a la elección dirigida (mediante acordeones para apoyar a candidatos afines o leales al gobierno actual) de los nuevos integrantes del Poder Judicial, lo que, de facto, constituye la eliminación del último contrapeso del Poder Ejecutivo.

    Todo ello se refleja en el índice de confianza empresarial, que en el mes de mayo registró una disminución interanual de 5.9 por ciento; sobresale el componente “Momento adecuado para invertir”, que tuvo una disminución de más de 10 por ciento en los sectores de manufacturas, comercio y servicios.

    Hasta ahora, los esfuerzos del Gobierno para romper la inercia de bajo o nulo crecimiento económico, tales como el Plan México y el Plan Nacional de Desarrollo 2026-2030, se perciben insuficientes e imprecisos ya que, en general, no se presentan estrategias concretas para alcanzar los objetivos.

    Por otra parte, la inflación no se ha controlado; al mes de junio el INPC aumentó 4.32 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior, mientras que la subyacente lo hizo en 4.24 por ciento, confirmando así su tendencia creciente observada durante el año; el Índice Nacional de Precios al Productor ha aumentado a tasas de 7 a 8 por ciento, lo que presionará los precios al consumidor.

    A pesar de ello, se ha relajado la política monetaria, en un momento en que no se sabe qué pueda pasar con la inflación en EUA (y su posible impacto en México), ante los posibles aumentos de los precios por los aranceles y por la presión que ha ejercido Trump al Fed para relajar la política monetaria. De esa manera, convendría mantener la prudencia en el manejo de la tasa de interés en México, más aún en el contexto de incertidumbre y el efecto que ello pueda tener en los mercados de capitales internacionales.

    Una respuesta que ha dado el gobierno actual es el control de precios, hasta ahora, el de gasolinas y de la tortilla, y que podría generalizarse a otros productos básicos, lo que es un grave error considerando la experiencia negativa de los países que han aplicado esta medida, incluyendo a México: a) escasez de los bienes controlados, toda vez que los costos de producción siguen la tendencia inflacionaria, reduciendo así los márgenes de ganancias hasta convertirse en pérdidas; b) el uso de más recursos presupuestales para subsidiar la producción, que en el caso de México es especialmente grave, debido al enorme desequilibrio de las finanzas públicas; c) disminución de la calidad y contenido (por ejemplo gramaje) de los bienes a fin de reducir costos, y d) desincentivo a la inversión privada ante el temor de que se ejerzan más controles de precios y el gobierno no tenga la capacidad financiera para continuar subsidiando la producción.

    La situación de las finanzas públicas es sumamente frágil, lo que impide poner en marcha programas indispensables e impostergables que permitan aumentar el crecimiento, el empleo y el bienestar social, tales como inversión en infraestructura física; dotación de servicios públicos como agua y energía eléctrica; ampliación y mejora de los servicios de salud, y la ampliación de la oferta y calidad de la educación pública. En este contexto de las finanzas públicas, Pemex tiene una situación sumamente compleja, sin aparente solución, lo que sigue siendo una carga muy onerosa para la hacienda pública. En el plan estratégico de Pemex se plantea darle énfasis a la refinación, que en los últimos años ha registrado de manera consistente pérdidas enormes.

    En síntesis, el panorama económico configura un escenario adverso que requiere la revisión de políticas públicas que contribuya a resolver la problemática que enfrentamos actualmente. En una próxima entrega, presentaré una serie de propuestas en ese sentido y que pueden ayudar al análisis y al debate sobre las estrategias a instrumentar.

    El autor es Sergio Fadl Kuri, profesor de economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y experto en México, ¿cómo vamos?. Tiene amplia experiencia en el sector público, la banca de desarrollo y la administración de riesgos.

    @MexicoComoVamos es un grupo plural de expertos en economía y política pública