No debe pasar la Reforma Electoral de Morena

09/08/2025 04:02
    Es muy cierto que las elecciones mexicanas son muy caras y los partidos políticos gastan, incluso derrochan, dinero subsidiado, pero otra cosa es eliminar de tajo el financiamiento público a ellos y sin una propuesta bien definida que releve los dineros que otorga el INE.

    Si la reforma electoral que propone Claudia Sheinbaum pretende eliminar el subsidio a los partidos y eliminar las curules plurinominales no es tan sólo una contradicción de lo que la izquierda, incluyendo a Morena, defendió cuando era Oposición, sino revela que, para el partido que fundó López Obrador, los diputados de minoría no son un principio de pluralidad democrática, sino que fue, simplemente, una táctica política que se ignora una vez estando en el poder.

    Es muy cierto que las elecciones mexicanas son muy caras y los partidos políticos gastan, incluso derrochan, dinero subsidiado, pero otra cosa es eliminar de tajo el financiamiento público a ellos y sin una propuesta bien definida que releve los dineros que otorga el INE. Idealmente, como sucede en otras sociedades, los partidos deberían ser sostenidos por sus propios militantes, pero eso en México no ha sucedido, salvo cuando los partidos estaban constituidos por pocos cuadros políticos, seleccionados y ideológicamente muy comprometidos, y no eran electoralmente competitivos. En la pre historia partidaria mexicana -antes de que hubiese un sistema electoral competitivo- solo el PAN, el Partido Comunista Mexicano, y partidos de izquierda más pequeños como el Partido Mexicano de los Trabajadores o el Partido Revolucionario de los Trabajadores, eran sostenidos principalmente por sus integrantes. En el caso del PMT, su principal ingreso provenía de las aportaciones del Ingeniero Heberto Castillo, un hombre excepcional en todos los sentidos.

    Pero esa historia de convicciones y romanticismo, incluso de auténtico heroísmo militante, ya no existe. Ahora quienes se integran a un partido político, de izquierda, centro o derecha, lo hacen fundamentalmente por el interés de ser retribuidos con un salario y, sobre todo, con un cargo público, confirmando lo que decía César, “el Tlacuache” Garizurieta, Magistrado, Diputado, Embajador y escritor priista de los años 40 y 50: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.

    En la actualidad, si los partidos no reciben dinero público serían más fácilmente presas de personajes adinerados, ya sean empresarios, políticos encumbrados, caciques sindicales o criminales. El único partido que hoy en día podría sobrevivir sin presupuesto público autorizado es el gobernante, ya sea en los estados, municipios fuertes o en la Federación porque desde las estructuras de Gobierno fluyen los billetes y se aceitan los aparatos electorales. Es decir, y es muy obvio, el gran beneficiado por una reforma que elimine el subsidio a los partidos, sería Morena. Y la cancha sería muy desigual. Como en los años dorados del PRI. Por cierto, nada democráticos.

    La idea original de esta reforma fue, como saben los enterados, de Andrés Manuel López Obrador. No pasó porque Morena no contaba con la mayoría calificada en el Congreso, pero ahora sí cuenta con ella. Lo que sorprende -al menos a mí- es que Claudia Sheinbaum, con su larga trayectoria de luchadora social por la democracia avale una propuesta que no huele a su sello. Es lamentable y demostraría que no ha podido sacudirse la enorme influencia que tiene López Obrador sobre Morena y el Gobierno. Ha podido impulsar una política de seguridad muy diferente a la del tabasqueño y lo intenta en salud, pero en otras arenas no ha tenido el poder suficiente para hacerlo.

    Posdata

    El racismo en Estados Unidos ha sido institucional, apoyado por leyes, abierto y violento. En México ha sido disimulado, no institucional y menos abierto, pero uno como el otro son dañinos y bastante hipócritas.

    Esta semana Trump festejó el comercial supremacista de la empresa American Eagle que representó Sidney Sweeney. Esta actriz y modelo, dice el portal de López Dóriga, “protagoniza un anuncio que juega con la palabra ‘jeans’, con una pronunciación muy similar en inglés a ‘genes’, y que muchos usuarios de internet han interpretado como una defensa de que ciertos rasgos genéticos, especialmente los asociados a la blancura, son deseables o superiores”.

    El hombre naranja se regodeó con el comercial porque tanto él, como sus seguidores blancos, creen efectivamente, como los nazis, que la “raza blanca” es superior a otros seres humanos. Y se lo han festejado tanto que las acciones de AE aumentaron 29 por ciento en unos cuantos días.

    En México ningún Presidente ha sido tan torpe para expresar un racismo tan abierto e indecente como el de Trump y sus seguidores, pero sí lo fue Lorenzo Córdova, ex presidente del IFE, cuando hace algunos años se burló de la forma de hablar de un dirigente indígena mexicano. Morena, ya en el Gobierno, no la dejó pasar y en uno de los libros de texto oficiales recordó ese lamentable pasaje con la intención de que ningún funcionario mexicano volviera a repetir, al menos públicamente, expresiones de desprecio racista. La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió, sin embargo, que el párrafo donde se alude a Lorenzo Córdova en los libros de texto sea eliminado y se reimpriman otros ejemplares porque “daña su honor”.

    No cito aquí la expresión racista de Córdova porque me da vergüenza hacerlo, por lo estúpida y denigrante que es. Lorenzo Córdoba hace rato que perdió el honor.