Moctezuma y la gran Ciudad

EL OCTAVO DÍA
03/08/2025 04:00
    El genocidio humano e histórico es innegable. Pero el genocidio cultural no debería acontecer.

    Hace días, la gran Ciudad de México en su advocación de Tenochtitlán acaba de celebrar oficialmente sus primeros 700 años. Al margen de que haya sido exactamente en el año 1325, me llama la atención que la serie de eventos recientes los hagan cerca del 13 de agosto, fecha de su caída ante las huestes de Hernán Cortés.

    El proceso de revisionismo ya tenia tiempo gestándose. Desde dejar decir “Noche triste” para aplicar el término “Noche victoriosa”, hasta el desplazamiento del monumento a Colón y cambiar el nombre de la calle Puente de Alvarado, donde el sanguinario Pedro de Alvarado dio un gran salto huyendo de los enardecidos guerreros aztecas.

    El genocidio humano e histórico es innegable. Pero el genocidio cultural no debería acontecer. Es cierto que hay un sector social históricamente agobiado por la presencia hispánica y su imposición cultural; no es un acto de justicia borrar de golpe todo lo positivo que llegó a ser el virreinato de la Nueva España y su legado memorioso.

    Deberíamos iniciar por nuestro propio pasado indígena, y no me refiero a enarbolar como contrarréplica el autoritarismo de gobierno imperial con los otros pueblos originarios que por eso mismo apoyaron a los españoles, además de los sacrificios humanos y el canibalismo que fue más extendido de lo que nos decían en la primaria.

    Comencemos por el principio por la figura trágica del Emperador Moctezuma, la más incomprendida de todas.

    Durante mucho tiempo, compartí la imagen de un Moctezuma aquejado por la superstición, indeciso e incapaz de armar una auténtica defensa, a pesar de su ventaja numérica y amplio conocimiento del terreno.

    Será cosa de hace unos 10 años que la lectura de ensayistas gringos dedicados a él cambió mis ideas. Desde entonces me la paso buscando confirmaciones o contradicciones de sus premisas, fundamentadas en opiniones de diversos historiadores gabachos e, incluso, las he platicado con historiadores mexicanos, los cuales reconocen la valía de su interpretación.

    En esencia, se sostiene que en realidad Moctezuma era un jefe de estado muy hábil; no de balde dominaba una teocracia violenta y diversas castas y tribus en conflicto. Había hecho la guerra y por esos tenía presente sus desgracias y riesgos, por lo que no era un “tecnócrata” tomando decisiones desde el muy cómodo punto de vista del poder.

    Las señales y avisos de sus espías le dieron el verdadero perfil de Cortés: no era un dios blanco, sino el representante de otro Rey más poderoso y con armas superiores.

    En ese momento, él sabe que hay que acercarse a él, armar una alianza, deslumbrarlo con las magnificencias del Imperio Azteca y, para aplacar a su gente, finge creerse también que es un representante de Quetzalcóatl y luego usa ese engaño a su favor.

    Según decían los analistas, al momento de llegar Cortés al Valle de México, Moctezuma ya lo tiene bien medido y sabe hasta dónde puede llegar con ese rústico capitán, por su parte, también hombre de méritos.

    Aquí las cosas se complicaron porque los errores de Cortés fueron desencadenantes y contó con mucha suerte. Su primer error es apresar a Moctezuma pero, aún preso, Moctezuma sigue siendo el amo de la situación porque los españoles son prisioneros también, además de que su ambicioso líder ha dado un paso en falso.

    Cuando Moctezuma manda a Cuitláhuac a calmar a los nobles y éste se asume repentinamente como soberano, lo hace porque no resiste la tentación de ser monarca o porque cree que hay que iniciar el combate y dejar ya la diplomacia.

    La hipótesis de la traición me parece muy acorde con nuestra idiosincrasia política. Desechando el argumento de la pedrada o la viruela, Cortés mataría a Moctezuma al saberlo inútil y reconocer que, aun destronado, podría ser peligroso en algún momento. (Aunque la muerte de Moctezuma también lo deje desamparado y necesitado de huir de Tenochtitlán, en caso de haberlo ejecutado en un arrebato de desespero).

    A casi nadie he visto manejar esa teoría, quizás no grata porque nos quita la visión de los aztecas como unos troyanos inmolados, en vez de una corte llena de intrigas como las del alto Imperio Romano o los grandes momentos del autoritarismo de nuestro Siglo 20.

    No hay pruebas documentales, pero me parece más creíble lo anterior que sentir que la cortesía derrotó a Moctezuma, como sostiene Hugh Thomas.

    Una vez charlé esto con un historiador y me hablaba de que, además de la impronta de Prescott ya superada, el fantasma de Moctezuma existe oculto en la psicología estadounidense.

    Como ejemplo exagerado de la cultura pop, está la película “Independence’s day”: llegan los extraterrestres misteriosos, el gobernante trata de parlamentar, los invasores destruyen los templos sagrados (La Casa Blanca, Nueva York, etc) y al final, el Presidente decide atacar y todo se decide como un conflicto de virus.

    ¿Gracias a Moctezuma vendrá la costumbre tan mexicana de culpar a un director técnico de futbol o de un solo Presidente la tragedia de un país entero? Ya lo veremos. Una historia como esta mantiene muchos matices y hay que analizarla... no basta con ir a dar de gritos al Zócalo o llenar de escultura de nopales el Paseo de la Reforma, que es lo que se está haciendo a manera del “cow parade” en estos momentos.