Matices

21/05/2025 04:00
    La política exterior de los Estados Unidos ha obedecido siempre, como ha quedado demostrado a lo largo de la historia, a sus propios intereses.

    Estamos ante impredecibles acontecimientos derivados de la política establecida por el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. El impacto de la “guerra de los aranceles” en varios países es aún incierto y puede causar recesión en varias regiones. El Presidente Donald Trump pretende imprimir su sello personal con una política conservadora, que ahora aplica en el mundo a nombre del Gobierno de Estados Unidos.

    Lo vimos en la gira que el Presidente Trump realizó por los países árabes, la semana pasada. Allí planteó una alianza petrolera con los países árabes por fuera del globalismo y la agenda verde. En Arabia Saudita se reunió con Vladimir Putin, buscando asegurar la distensión en esta y otras partes del planeta. Lamentablemente, aunque se había especulado y albergado ciertas esperanzas al respecto, Trump no pronunció el esperado reconocimiento al estado Palestino, lo que habría abonado a la distensión en el Medio Oriente.

    Ante esta agenda incompleta, la incertidumbre en el Medio Oriente seguirá latente. El gobierno de Trump comenzó su mandato con una guerra de aranceles y esto no anunciaba nada bueno para los pueblos del mundo, incluyendo los propios ciudadanos estadounidenses, que ahora han visto un aumento de precios en productos que les son esenciales. Tal política arancelaria, aplicada a la mayoría de las naciones, no augura nada bueno para el bienestar de los pueblos; todo lo contrario, se percibe una galopante espiral inflacionaria que afectará a los consumidores.

    Lo lamentable es que la política establecida por el Presidente Donald Trump va a tener mayor impacto en los países subdesarrollados, que cuentan con ingresos bajos en la población, producto de una política financiera que privilegia las ganancias de los inversionistas y especuladores. Los pueblos del tercer mundo, que viven en el subdesarrollo, además, tienen una escasa participación en industrias de nueva generación, como son la inteligencia artificial y la generación de redes globales de comunicación. Sin un armónico intercambio de conocimiento de punta, patentes y transferencia tecnológica difícilmente se logrará que las sociedades periféricas arriben a estadios superiores de estabilidad económica. Los acuerdos de Donald Trump y Arabia Saudita, de desarrollar investigación conjunta en áreas estratégicas de conocimiento e inteligencia artificial es un paso de lo más importante en este camino de encontrar salidas innovadoras.

    Arabia Saudita da un paso importante al no centrar su acuerdo con Estados Unidos sólo a una relación comercial, al intercambio de crudo por petrodólares. Al poner en el centro del acuerdo la transferencia tecnológica quizás se está avanzando en romper el nudo gordiano que condena a los países periféricos al subdesarrollo. Sigue siendo ineludible atender las causas de la pobreza en diversas regiones del mundo. Desgraciadamente, esta es una problemática global, que afecta a muchísimos pueblos del mundo y, como tal, debería de afrontarse no con paliativos, sino con medidas integrales que resuelvan este problema social de raíz.

    La política exterior de los Estados Unidos ha obedecido siempre, como ha quedado demostrado a lo largo de la historia, a sus propios intereses. Desde el “destino manifiesto”, hasta la doctrina Monroe, esa línea política no ha cambiado, cuando mucho con pequeños matices. Es cuestión de analizarla para arribar a dicha conclusión. Esto ha llevado a algunos gobiernos del continente a ser cautos con el gobierno de Norteamérica, buscando llevar buenas relaciones y evitar fricciones con el poderoso gobierno del Norte.

    En México, los gobiernos de la cuarta transformación han mantenido relaciones de respeto mutuo con el gobierno de Estados Unidos. Todo indica que la Presidenta Claudia Sheinbaum mantendrá buenas relaciones con sus vecinos del Norte, como las mantuvo el Presidente Andrés Manuel López Obrador durante el primer mandato del Presidente Trump. Vemos muchas razones para que las buenas relaciones se mantengan, eso es lo que los mexicanos esperan: mantener los mejores lazos de amistad y buenas relaciones bilaterales, que haya respeto mutuo a sus respectivas soberanías.

    Este país tiene como escudo en su política exterior la Doctrina Estrada, basada en el respeto mutuo y no inmiscuirse en los asuntos de política interna, que deberán resolver, en el marco democrático, las naciones soberanas. Estos principios son inalterables en la política exterior mexicana.