Los monólogos del 1 de septiembre

05/09/2025 04:00
    En el primer caso, se trató de un repaso de logros, algunos de los cuales no hay que desdeñar, pero hubo poco reconocimiento de los retos y riesgos que enfrentamos, y sobre todo no hubo un solo guiño para todos los otros mexicanos que no pensamos como quienes hoy gobiernan. Todo México son ellos.

    El día 1 de septiembre la Presidenta Claudia Sheinbaum rindió su primer informe de gobierno y la nueva Suprema Corte dio inicio a sus actividades.

    Lo que hermana ambos actos es la obsesión por mirarse el ombligo, el gusto por el monólogo.

    En el primer caso, se trató de un repaso de logros, algunos de los cuales no hay que desdeñar, pero hubo poco reconocimiento de los retos y riesgos que enfrentamos, y sobre todo no hubo un solo guiño para todos los otros mexicanos que no pensamos como quienes hoy gobiernan. Todo México son ellos.

    Pero más allá de esa renuncia a la pluralidad, de obstinarse en construir la nueva identidad a partir del monólogo, también llama la atención el aldeanismo: la comunidad internacional y sus preocupaciones no existen.

    Veamos. Para la Presidenta, la estrategia contra el crimen organizado es un éxito y los homicidios han disminuido; la comunidad internacional, empero, advierte un avance en la capacidad de penetración de la delincuencia organizada en diversas esferas institucionales, y le preocupa el incremento sin control de las desapariciones forzadas.

    La Presidenta celebra la mayor libertad de expresión en la historia y la inexistencia de censura; los organismos internacionales dedicados al tema acreditan, bajo diversas metodologías e indicadores, que los riesgos para el ejercicio del periodismo se han incrementado.

    Donde la Presidenta ve una economía robusta, la comunidad mira una economía estancada y vulnerable.

    La expansión democrática que presume la Presidenta porque ahora todos los cargos se votan, es observada por los especialistas internacionales como serios retrocesos en la integridad democrática.

    En fin, hay un claro desfase entre la mirada particular del oficialismo, y lo que los demás, dentro y fuera, vemos.

    En el segundo caso, las diversas ceremonias de inicio del nuevo Poder Judicial ofrecen un muy ominoso presagio de lo que será esta nueva etapa.

    El montaje escenográfico desplegado, primero en un sitio arqueológico que, entiendo, tiene algunos protocolos de protección que no estoy seguro se hayan observado, y después, en una magna ceremonia en el Zócalo de la ciudad, más allá del uso y abuso político de las causas de los pueblos originarios, no creo que sea la mejor medida para enmendar el déficit de legitimidad con el que nace el nuevo Poder Judicial. De nuevo el monólogo.

    Mientras que la academia, la comunidad jurídica, los estudiosos de los procesos electorales y aún la comunidad internacional advirtieron que la elección de Poder Judicial se trató de un proceso alejado de los mínimos estándares democráticos, para los nuevos integrantes de la Corte fue más importante recibir en un montaje los bastones de mando, que ocuparse de brindar certeza.

    Así, el primer comunicado de prensa de la nueva Corte no contiene una sola referencia a la Corte que reciben, al derecho en general o a la Constitución en particular. La superchería por encima de la razón.