La ciudad sitiada por el miedo y el colapso económico

31/07/2025 04:02
    Este drama sinaloense no admite más indulgencias. No es sólo una cuestión de percepción: es una realidad documentada y vivida por miles de familias que han perdido su fuente de ingreso, su tranquilidad y su esperanza (ni hablar de junio, el cual ha sido el peor mes respecto a homicidios dolosos en estos 11 meses de crisis). La violencia ha dejado de ser una amenaza latente para convertirse en una presencia constante que empobrece, desanima y paraliza.

    La violencia en Sinaloa no es un asunto periférico: se ha convertido en una auténtica narcopandemia (como muchos sinaloenses llaman a este período de casi 11 meses de inseguridad) devastando la economía local con pérdidas estimadas en más de 36 mil millones de pesos, según cifras reveladas por la presidenta de Coparmex Sinaloa, Martha Elena Reyes Zazueta. Ese monto no es teoría: refleja realidades concretas, como la desaparición de 7 mil patrones ante el IMSS y la pérdida de 35 mil empleos en menos de un año. Sumado a esto, de acuerdo con el INEGI, 9 de cada 10 culiacanenses se dicen inseguros de vivir en su ciudad.

    Este colapso económico tiene su origen en el conflicto bélico que estalló el 9 de septiembre de 2024, y que continúa afectando la realidad de miles de familias y negocios sinaloenses en su día a día.

    Empresas que antes operaban con normalidad -eventos, restaurantes, hoteles, agencias de autos- enfrentaron abruptos cierres; más de 2 mil establecimientos en Culiacán colapsaron tan solo en los primeros seis meses del año. El ambulantaje y la informalidad se han convertido en el único recurso de muchos para sobrevivir a un despido o cierre de empresa, por ser insostenible económicamente para las empleadoras.

    Coparmex encuadra la situación con precisión: hablamos de una “narcopandemia” que ha quebrado miles de negocios y ha hecho que la inversión huya de un estado que no ofrece garantías mínimas de seguridad ni certidumbre jurídica. La pérdida no es sólo económica, sino social: el tejido productivo sinaloense está siendo desmantelado ante los ojos de todos.

    Juan José Sierra Álvarez, presidente Nacional de Coparmex lo dijo con claridad esta semana: “ningún proyecto de inversión o desarrollo puede prosperar sin condiciones mínimas de seguridad y certeza jurídica”. Y tiene razón. La confianza para invertir, emprender y crecer solo es posible cuando el Estado de derecho se respeta y la impunidad se combate con decisión.

    En el mismo sentido, la economista y consejera de Coparmex Sinaloa, Cristina Ibarra, ha sido contundente en sus declaraciones y artículos de opinión: mientras no haya seguridad y condiciones de paz, no se puede hablar de reactivación económica, ni en Sinaloa ni en México.

    Pero Coparmex Nacional y en Sinaloa, como siempre, no se queda en los señalamientos de áreas de oportunidad. Desde diciembre de 2024 presentamos propuestas formales ante el Senado, ante la Secretaría de Economía Federal y ante la Cámara de Diputados, muchas de ellas urgentes y específicas, que incluyen: un programa de bienestar de emergencia social, empleo temporal inmediato, atención a la salud mental, créditos para micro, pequeñas y medianas empresas, fortalecimiento de la seguridad pública y apoyo a la infraestructura de seguridad. No se trata de ocurrencias: se trata de medidas pensadas desde la experiencia empresarial y la responsabilidad social.

    Hoy, como sector productivo comprometido con su entorno, estamos atentos al desarrollo del presupuesto de egresos de 2025 de Sinaloa. Las instituciones encargadas de la seguridad, la educación y la salud no pueden seguir operando con carencias. Si queremos recuperar la estabilidad, se requiere voluntad política, recursos suficientes y un plan que vaya más allá del discurso.

    Este drama sinaloense no admite más indulgencias. No es sólo una cuestión de percepción: es una realidad documentada y vivida por miles de familias que han perdido su fuente de ingreso, su tranquilidad y su esperanza (ni hablar de junio, el cual ha sido el peor mes respecto a homicidios dolosos en estos 11 meses de crisis). La violencia ha dejado de ser una amenaza latente para convertirse en una presencia constante que empobrece, desanima y paraliza.

    Ya no se trata solo de proteger la economía: se trata de salvar lo que queda del presente para poder hablar de un futuro.

    Sinaloa necesita paz. Pero no una paz simulada, sino una que se construya con justicia y acción. El tiempo de las excusas ha terminado. Y si no hay respuestas a la altura del reto, la “narcopandemia” seguirá cobrando víctimas de todo tipo... con o sin balas.