Durante el diálogo que mantuvo Javier Cercas con el Padre Spadaro, le preguntó: ¿cuál era la principal aportación que, a su juicio, había hecho el Papa Francisco a la Iglesia? Respondió que, ante todo, el discernimiento como herramienta de conocimiento. El segundo aspecto que resaltó fue la visión de Dios como misericordia, y la sinodalidad, como un proceso espiritual de escucha.
“Por otra parte”, añadió, “Francisco mantiene el principio de verticalidad, pero al revés: el que estaba arriba, el Papa, El Vaticano, ahora está abajo y al servicio de los demás. Mira, una vez, al empezar su papado, le pregunté. ‘¿Usted quiere llevar a cabo la reforma de la Iglesia?’, y él me miró fijamente y me dijo: ‘No lo que yo quiero es poner a Cristo en el centro de la Iglesia. Luego será él quien haga las reformas’”.
Posteriormente, Cercas dialogó con el Cardenal José Tolentino de Mendonça, poeta y teólogo portugués, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, quien expresó: “Para Francisco, el poder del Papa sólo puede venir de su humildad: la Iglesia debe ser pobre, austera, su riqueza debe estar al servicio de los últimos... Esto el Papa lo tiene clarísimo. Es su forma de atacar las patologías de la Iglesia, su mundanidad, su tendencia a mirarse el ombligo, que es una forma de clericalismo”.
Subrayó: “Y para combatir el clericalismo lo primero es volver al Evangelio, a la pobreza y humildad que predica el Evangelio. Y eso es lo que hace Francisco desde su nombramiento, toda una serie de cosas que deconstruyen la figura del Papa y que, paradójicamente, le dan más poder”.
Finalmente, recordó la expresión de Hannah Arendt, sobre Juan XXIII: era “un cristiano sentado en la silla de Pedro”.
¿Actúo bajo esta verticalidad?