Defender las Ciencias Sociales es defender a la Universidad

ENTRE COLUMNAS
25/08/2025 04:02
    Convertir a la Universidad en una maquinaria de titulación masiva capaz de responder a la demanda del mercado, pero carente de herramientas para cuestionar y transformar la realidad, sería un retroceso histórico. La Universidad no puede ser sólo un engranaje más del sistema económico, debe ser conciencia, crítica y horizonte de futuro para la sociedad que la sostiene.

    La reingeniería académica, administrativa y financiera anunciada en la Universidad Autónoma de Sinaloa ha abierto un debate imprescindible sobre el rumbo de la institución. Sin embargo, en medio de los discursos de modernización y eficiencia presupuestal, emerge una preocupación legítima: que la lógica financiera en los ajustes académicos termine recortando licenciaturas con baja matrícula afines a las ciencias sociales y humanidades, principalmente.

    El riesgo no es menor. Convertir a la Universidad en una maquinaria de titulación masiva capaz de responder a la demanda del mercado, pero carente de herramientas para cuestionar y transformar la realidad, sería un retroceso histórico. La Universidad no puede ser sólo un engranaje más del sistema económico, debe ser conciencia, crítica y horizonte de futuro para la sociedad que la sostiene.

    Como bien advierte en su columna el doctor Omar Mancera, profesor-investigador de la Escuela de Ciencias Antropológicas, comparar carreras con miles de estudiantes frente a aquellas que apenas reúnen unas decenas, es un ejercicio muy injusto. La Universidad vale, no por la cantidad de alumnos inscritos en cada programa, sino por la pluralidad de disciplinas que alberga y por su capacidad de fomentar diálogos entre ellas: esa es la esencia de una universidad.

    En este contexto, las Ciencias Sociales y las Humanidades suelen ser las primeras en ponerse en entredicho bajo criterios de “rentabilidad académica”. Es cierto, carreras como Sociología, Economía, Antropología, Filosofía y Letras, o Ciencias de la Comunicación no son las que concentran mayor matrícula, pero tampoco pueden ser “medidas con la misma vara”. Su papel en la vida universitaria es insustituible, son ellas las que permiten comprender fenómenos complejos como la migración, la desigualdad, la violencia, impactos del cambio climático o la inteligencia artificial. Sin su aporte, cualquier proyecto de desarrollo queda cojo.

    Por ejemplo: ningún ingeniero, médico o abogado puede ejercer de manera plena sin entender las implicaciones sociales, culturales, históricas y éticas de su práctica. Un puente no sólo conecta territorios: también transforma comunidades. Una cirugía no sólo cura cuerpos: también enfrenta tabúes, creencias y accesos desiguales a la salud. Una ley no sólo regula conductas: también refleja luchas por la justicia y por los derechos.

    Los datos en la UAS también son reveladores: de los 681 docentes de esta institución reconocidos en el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), el 25 por ciento (176) pertenece al área de Ciencias Sociales y Humanidades. Lejos de ser un lastre presupuestal, este grupo constituye uno de los pilares científicos de la Universidad. Son quienes producen diagnósticos, teorías, conceptos y propuestas que ayudan a entender la sociedad sinaloense y mexicana en toda su complejidad.

    De allí que relegar a las Ciencias Sociales bajo el argumento de “baja matrícula” o “ineficiencia presupuestal” sea, en realidad, una decisión que empobrece a toda la institución y, en última instancia, a la sociedad.

    La reingeniería universitaria no debe convertirse en sinónimo de recorte ciego, sino en una oportunidad para fortalecer la diversidad académica y propiciar un auténtico diálogo entre saberes. Defender las Ciencias Sociales es defender pues, la esencia misma de la UAS: una universidad que piensa, que cuestiona, que analiza con enfoque crítico y que busca transformar su entorno con compromiso social.

    Es cuanto...