Cuando la realidad supera al discurso

18/09/2025 04:00
    Por eso hoy debemos preguntarnos: ¿qué vamos a hacer para que los 8 Factores de Paz pasen del papel a la acción? La retórica no cura heridas, ni ilumina calles oscuras, ni devuelve la vida que se perdió. La realidad nos grita que es momento de trabajar hombro con hombro para construir las condiciones que merecemos.

    Los infortunados hechos ocurridos este fin de semana en Altata, en donde perdió la vida la maestra Jesamel, me han llevado a una reflexión profunda sobre la estrategia que hoy parecen utilizar los gobiernos: intentar limpiar con palabras lo que la realidad mancha todos los días.

    La tragedia se convierte en espejo, y ese espejo nos devuelve una imagen incómoda: la distancia entre el discurso oficial y la experiencia cotidiana de los ciudadanos.

    Me viene a la mente una frase del tremendo cantautor español Joaquín Sabina: “serás todo lo guapa que quieras, pero dime... si el mundo fuera ciego, ¿a cuánta gente impresionarías?” Si hiciéramos el mismo ejercicio con los gobiernos, ¿qué pasaría si fueran mudos? ¿A cuántos ciudadanos impresionarían únicamente con sus acciones? ¿Qué ocurriría si en lugar de convencernos, lo demostraran? Si la seguridad se viviera en la calle, si la salud se confirmara en los hospitales, si la educación se respirara en las aulas.

    Recuerdo que en 2016 participé en una encuesta aplicada a jóvenes sobre lo que esperaban de sus gobernantes. El resultado fue tan simple como contundente: si viera que mi ciudad está bonita, con alumbrado, sin baches, con seguridad para salir, con medicinas en los hospitales cuando las necesito, no tendría que conocer al gobernante para saber que está cumpliendo su trabajo. Nueve años después, la realidad parece ir en sentido contrario.

    Hoy, en vez de evidencias palpables, lo que recibimos de los gobiernos de todos los colores son narrativas diarias, conferencias matutinas, declaraciones oficiales y un intento permanente por moldear la percepción pública.

    El problema es que la sociedad ya no es la misma. Así como los niños de hoy no se conforman con las vaciladas (o engaños nobles) que convencían a generaciones pasadas, los ciudadanos tampoco se conforman con puros discursos. Las redes sociales nos han quitado un poco la venda que teníamos en el siglo pasado: no se puede ocultar ni tergiversar lo que es visible para miles en su día a día.

    Cualquier persona, de cualquier estrato social, tiene acceso a mayor información (buena o mala). El contraste entre la palabra y la realidad nunca había sido tan evidente. Alfonso Reyes, en su cuento del indio Jesús, advertía de la necesidad de que el progreso no fuera solo retórico. Esa advertencia hoy nos alcanza de frente.

    Así como la terapia cognitivo-conductual nos enseña la necesidad de mejorar nuestros pensamientos, pero también nuestras acciones para tener una mejor calidad de vida, los gobierno actuales deben entender la necesidad de no caer solamente en uno u otro lado, sino en mantener un equilibrio sostenible entre el discurso y las acciones.

    El pasado 9 de septiembre, en COPARMEX organizamos el primer Encuentro Ciudadano por Culiacán. Fue un espacio para escucharnos como culiacanenses golpeados moralmente ante esta guerra tan inútil: qué sentimos, qué queremos y, sobre todo, qué estamos dispuestos a aportar para mejorar nuestro entorno.

    Allí, los asistentes se enlistaron en mesas de trabajo alineadas a los 8 Factores de Paz: buenas relaciones entre vecinos, bajos niveles de corrupción, aceptación de los derechos de los demás, alto nivel de capital humano, entorno empresarial sólido, libre flujo de información, distribución equitativa de los recursos y buen funcionamiento del gobierno. Pilares que no son teoría: son la base de una vida digna y segura.

    Este episodio debe servir como un llamado a la acción. La realidad nos está superando, y como lo dijimos en el Foro de Seguridad y Paz el pasado 2 de septiembre: ni el gobierno ni la sociedad pueden enfrentar solos el tamaño del problema. Nos necesitamos mutuamente. No basta con exigir: debemos participar. Como alguna vez concluyó el abogado José Mario de la Garza, la participación ciudadana se mide en tres formas: con tu tiempo, con tu dinero o, en el mejor de los casos, con ambos.

    Por eso hoy debemos preguntarnos: ¿qué vamos a hacer para que los 8 Factores de Paz pasen del papel a la acción? La retórica no cura heridas, ni ilumina calles oscuras, ni devuelve la vida que se perdió. La realidad nos grita que es momento de trabajar hombro con hombro para construir las condiciones que merecemos.

    Con profundo respeto a la familia Rodríguez Zazueta, y con el deseo de que la memoria de Jesamel sea semilla de conciencia. Porque cuando la realidad supera al discurso, lo único que queda es mirar de frente y decidir qué vamos a hacer para cambiarla.