Andy

02/08/2025 04:01
    En memoria de mi amigo, el Profesor José Ángel Miramontes, profesor jubilado de la UAS.
    Los militantes de base de Morena deberían estar muy preocupados de que sus dirigentes partidarios, máxime cuando es el hijo de su fundador y líder principal, sean éticamente incongruentes, pero deberían estar angustiados de que Andy, su secretario de organización, no muestre compromiso partidario ni voluntad política, conductas básicas de cualquiera que aspire a ser dirigente real de su instituto y, sobre todo, de quien aspira a ser inquilino de Palacio Nacional.

    Andy, segundo hijo del ex Presidente López Obrador, quien exige que lo llamen Andrés Manuel para que lo tomen en serio, hace todo lo contrario para que así sea. Su meta es ser Presidente de la República Mexicana en un futuro cercano o, por lo menos candidato a serlo, pero no demuestra tener los tamaños ni siquiera para ser Diputado local.

    Andy, en días recientes, ha sido muy criticado por irse de viaje a Japón, hospedarse en uno de los hoteles más lujosos de Tokyo y hacer compras en una de las tiendas más exclusivas de la ciudad. Quienes lo han criticado son, por lo general, periodistas, comentaristas y políticos que señalan la incongruencia ética de un destacado miembro de Morena e hijo del creador del código de conducta de su partido.

    Los críticos tienen razón al señalar la flagrante contradicción de una organización política que postula la honestidad y la austeridad, valores presumidos como principios de conducta partidaria, mientras uno de sus dirigentes se hospeda y compra chucherías en establecimientos que son de los más caros del planeta, y, por si fuera poco, se ausenta de una importante reunión partidaria.

    Sin embargo, no deja de haber un cínico oportunismo en varios de sus críticos al apuntar lo anterior porque nunca hicieron el mismo señalamiento cuando prácticamente todo alto funcionario, Legislador federal o dirigente partidario de otros gobiernos y partidos derrochan dinero con dinero público tanto en el pasado como en el presente. Tan sólo recuerden los viajes faraónicos que hacían al extranjero los presidentes Echeverría y Salinas de Gortari con aviones repletos de funcionarios y periodistas lambiscones.

    Los militantes de base de Morena deberían estar muy preocupados de que sus dirigentes partidarios, máxime cuando es el hijo de su fundador y líder principal, sean éticamente incongruentes, pero deberían estar angustiados de que Andy, su secretario de organización, no muestre compromiso partidario ni voluntad política, conductas básicas de cualquiera que aspire a ser dirigente real de su instituto y, sobre todo, de quien aspira a ser inquilino de Palacio Nacional.

    Es evidente que tanto Andy como su padre desean que la familia López vuelva a la Presidencia de la República, pero, al menos el primero, parece desearlo más como una herencia monárquica que como una lucha política para conquistarlo.

    El junior, para empezar, llegó a la secretaría de organización de Morena con un dedazo de su padre y no como resultado de un esfuerzo individual en el que sus militantes lo impulsan y apoyan para lograrlo. Tan es así que, en Durango, la primera campaña electoral que Andy tuvo en sus manos, entregó malos resultados porque Morena perdió en las principales ciudades del estado. Es decir, no tuvo la capacidad de llevar a su partido a ganar la Gubernatura de Durango ni sus municipios más poblados y económicamente más importantes.

    Lo que sí fue escandaloso es que haya optado por viajar de vacaciones a Japón y no asistir a un congreso estratégico de Morena.

    ¿Qué clase de dirigente prefiere irse a divertir a un lejano país y no asistir a una reunión de gran trascendencia para su partido?

    Pues sólo un irresponsable o un frívolo junior que cree tener segura la candidatura que su padre le quiera dar.

    Según algunas columnas, su progenitor, Andrés Manuel López Obrador, está muy molesto con él; pero, al margen de que eso sea cierto, lo más sano es que los morenistas se dieran cuenta de que lo mejor sería que, al menos al interior de su partido, levantaran la voz para que un personaje así no tenga ninguna oportunidad de una candidatura ni pronto ni nunca.

    Posdata

    José Ángel Miramontes, nayarita de nacimiento pero mazatleco de corazón porque así lo quiso, además de ser un querido profesor, compañero de luchas sociales y políticas, estimado por muchos profesores, deportistas y amigos, fue un entusiasta promotor del futbol y descubridor de talentos deportivos sinaloenses. Miramontes -así le decíamos todos sus amigos y conocidos- fue el descubridor de “El Maza” Rodríguez, jugador de las Chivas, del Cruz Azul y del América, quizá los tres equipos más grandes del futbol mexicano. “El Maza”, uno de los más destacados futbolistas mexicanos que hayan incursionado en el futbol europeo, primero en el PSV Eindhoven, de los Países Bajos, y después con el Stuttgart, en Alemania, fue también titular indiscutible en la Selección Mexicana.

    En 1998, el Jamaicón Villegas, el Tigre Sepúlveda y Sabás Ponce, tres glorias históricas del futbol nacional, representado a las Chivas, firmaron un convenio con el Club Muralla, del cual Miramontes era presidente, y como resultado de una visita a Mazatlán, Miramontes invitó a “El Maza”, quien no jugaba en el Muralla, a que se probara con las Chivas del Guadalajara. Lo demás es historia. Gracias al olfato y al amor de José Ángel Miramontes al futbol México pudo ver a uno de los mejores defensas centrales de su historia.

    Descansa en paz, querido amigo.